¿PUEDE SER EL ARTE UN ESPEJO DE LA VIDA?

  

Aún aprendo

El título de esta entrada es una pregunta peregrina y a menudo recurrente, que según como se diga puede resultar de una pedantería y cursilería insoportable. Pero no cuando alguien se la hace para sí, intentando escudriñar entre la pintura esparcida sobre el lienzo o soporte usado por el artista, algo que le remueva las tripas, porque el arte de verdad primero llega a las entrañas, luego viaja a la razón. En una tarde de invierno en que la lluvia concede una tregua, algunos jubilados se acercan a los museos a olvidarse un poco de las pensiones, de los nietos o las hipotecas de sus hijos. Quién sabe si el arte abstracto puede algún remedio a sus males, miran los cuadros embelesados y se quedan estupefactos cuando a su alrededor algún entendido gafapasta dice precio de la obra, la de hipotecas que se pueden pagar con ese dinero, piensan los jubilados y sin más demora siguen mirando cuadros, pensando en cuanto pueden costar, a cuantas hipotecas equivalen, a cuantas pensiones, salen a la calle y piensan que mal repartido está el mundo, entonces se acuerdan que eso mismo pensaron cuando cobraron su primer sueldo y eran jóvenes,  les recibe la lluvia y en los escaparates de las tiendas camino a casa, se ven a si mismos y piensan como hemos cambiado y que poco ha cambiado el mundo.

Texto: Pedro Maximiano Cascos

Fotos: Ana Manotas Cascos

Muséame