Quien te ha visto y quién te ve

Él se llamaba Juan y se apodaba "Jabín", ella se llamaba Lola y se apodaba "La nena".Eran un matrimonio de conveniencia y mal avenido, que trabajaban como campesinos a jornal en un cortijo solitario en semirruinas. La cazaña trepó en ellos como las enredaderas y una noche sin estrellas, Juan mató a Lola, un sillazo en el costado y dos certeras puñaladas, la sangre se fundió en el suelo con el polvo y la mugre. La enterró junto al río. Los días siguientes, Juan en su soledad creyó sentirse aliviado, hasta percatarse de una oveja que se desviaba del rebaño y se rezagaba, así varios días, Juan se acercaba con el garrote para pegar al animal, la oveja permanecía quieta y miró... Juan sintió un escalofrío, aquellos ojos eran los de Lola. Aquella noche no durmió, a la mañana siguiente mató al animal del mismo modo que a Lola, pera esta vez cortó la cabeza y la pusó sobre un poste esperando ser testigo de su putrefacción, era un verano de fuerte calor y no debería tardar. Un día y otro pasaba Juan a ver la cabeza y permanecía intacta, así durante cuarenta días con sus cuarenta noches en las que no durmió. Una madrugada Juan salió del cortijo, había cambiado el garrote por una cuerda, la colocó sobre una encina y haciendo una horca, Juan se colgó, mientras agonizaba, la cabeza se putrefactó, quedando limpio el hueso. Mientras Juan había dejado este mundo y se mecía guiado por el viento, en breve se avecinaba una tormenta de verano.

Texto: Pedro Maximiano Cascos
Fotos: Ana Manotas Cascos